lunes, 18 de febrero de 2013

DESARROLLO MORAL DE LA CREACION


7—DESARROLLO  MORAL DE LA CREACION                                

Creación,  involucra la consecución de “ideales” o ideas.

Ideal  y  propósito, son sinónimos de esperanza. Esperanza depositada en una alternativa que satisface. Como alternativa que satisface, el ideal de la creación es una opción tomada en libertad y que a la vez equivale, —puesto que es justamente la cualidad que satisface—, al propietario del ideal. Por lo tanto el ideal, cualquiera que este sea, contiene inserto en él, una dosis de valor, deber equitativo, pues debe satisfacer al creador y a su obra, y libertad. Valor, justicia y libertad, son atributos esenciales contenidos en la labor creativa, o artística.

Valor, además de ser la cualidad que satisface, en el momento que satisface, es también la esperanza que motiva al logro de la experiencia de la satisfacción. Satisfacción y motivación están presentes en la misma experiencia del valor. Por eso, que aquello que nos complace, nos invita a apreciarlo nuevamente. La satisfacción del valor, establece una justa medida entre el sujeto satisfecho  y el objeto que satisface. Esta equitativa relación transforma al valor en justo, además de bello, porque es complaciente y bueno porque satisface.

Justicia es paridad equitativa, responsabilidades compartidas entre autor y obra, que satisfacen a ambos, sujeto y objeto. También es recognición o elementos coincidentes, que establecen un estado de  moderación en su justa medida. Es, lo que satisface al “nosotros” por igual; tanto al yo, como al otro, o a lo otro. Para eso es preciso de estar convencido de la equidad entre el sujeto y el objeto que intervienen en la justa medida. Y, la convicción no puede ser impuesta por un tercero, ni por el otro. Debe ser auto convicción  personal, basada en la obediencia al ideal de la creación,  para lo cual es necesario del uso de libertad. Además, si la convicción es libre y complace, la experiencia de la equidad, o justa medida también es un valor  porque es complaciente, y por lo tanto es bueno.

Libertad es la capacidad de optar por una alternativa de manera autónoma. Pero la experiencia de la opción libre, está depositada en el logro de la satisfacción. La libertad de opción está —siempre— orientada hacia la alternativa que satisface. Lo que nos indica que la libertad está indesligablemente conectada con el valor, con lo que satisface. La opción libre sólo elige lo que satisface a la opción. Por eso, de entre cualquier alternativa, escoge lo válido, lo justo y lo bueno.
Pero, sabemos que lo válido, justo, y bueno para uno, puede no serlo para el otro. Es aquí donde se precisa de una comprensión del paradigma universal  de valor moral (de la relación que establece la conciencia con la persona) y ético (de las relaciones interposicionales o interpersonales que establece el individuo). No me voy a referir ahora al análisis de los valores absolutos, que veremos sin duda más adelante, lo que vamos a analizar es el desarrollo moral de la creación.

Según Laurence Kohlberg, profesor de la Universidad de Harvard, la creación o el proceso de crear, atraviesa por un período de crecimiento en tres etapas, a las que él denomina etapa premoral, convencional y de principio,  Este proceso de crecimiento de la creación no tiene nada que ver, según él, con el cómo esta realizado el trabajo, si está bien o mal; sino,  que se trata de las razones por las cuales se realiza la creación. Lo que se desarrolla a través de estas etapas es el razonamiento  y no los hechos.

 En el primer nivel, etapa premoral. La razón por la cuál se realiza el acto creativo, según Laurence Kohlberg, es por recibir premio o evitar castigo. En esta etapa, el creador teme al no saber si su objeto creado o producto será aprobado o rechazado por otros. Esta etapa es delicada, puesto que cualquier sobrestima o rechazo puede acabar con la decisión de crear y, consecuentemente, con el creador.
El creador que se encuentra en este nivel necesita de la aprobación, pero más que del trabajo, necesita de la aprobación de su personalidad como ser creativo. En esta etapa, la frase “tienes grandes habilidades” es más útil que la frase “tu trabajo es muy lindo”. Por lo tanto, según Laurence Kohlberg, no debemos sobre valorar los trabajos de quienes se inician en el desarrollo creativo.

 En la segunda etapa, nivel convencional, la razón de crear, reside en el ganar, o, lograr y mantener la aprobación grupal. El creador, en esta etapa, necesita sentirse a nivel de grupo. Busca el apoyo de los demás porque se siente seguro de lo que hace y necesita compartir su trabajo bien hecho con el grupo. La necesidad por mostrar su trabajo surge de repente porque se siente seguro de que lo creado por él es igual o mejor que lo del grupo. En esta etapa es necesario precisar y aceptar la realidad personal sin compararlo con otros porque es el momento idóneo para desarrollar la prepotencia o arrogancia.
El sentirse seguro está muy cerca del “yo soy mejor” y por lo tanto, la sobrestimación, sobra en esta etapa. Además, es necesario educar al creador a comprender en esta etapa que los conceptos bueno y malo  son meras etiquetas humanas y no grados naturales. En la naturaleza no hay seres buenos y malos. Cada ser cumple su propósito y ese es su porqué. No es ni bueno, ni malo, simplemente es.
La noción de  bueno o malo, bonito o feo, verdadero o falso, es una cualidad que atribuye el apreciador, según este establezca  una correlatividad, recognición o correspondencia con lo que aprecia, pero no es un atributo del objeto en sí. Todo es bueno o malo según se necesite, o no se necesite; nos interese, o no nos interese; o nos satisfaga o no nos satisfaga.

En la tercera etapa o nivel de principio, la razón por la que uno crea es ya por iniciativa personal y por acción responsable el creador en esta etapa encuentra un compromiso entre él y su obra. En este nivel, su necesidad de crear surge porque lo siente así, sin necesidad de aceptación o comparación. Crea por el mero hecho de crear y su compromiso responsable se dirige al logro de niveles de excelencia en el desarrollo de sus propias habilidades sin compararse con otros. El que su trabajo esté bien o mal para los demás, no le influye porque él es el único juez de su propio desarrollo. El es quien sabe donde quiere ir y como llegar. Esta necesidad de llegar es parte de su propio desarrollo como ser humano.

Pero aún existe un cuarto periodo luego de satisfechas estas tres etapas. Sobre la cimentación de su iniciativa personal, el creador  desarrolla  una necesidad por el dominio de sus cualidades y de sus habilidades. Dominio basado en su desarrollo sensible, cognitivo y volitivo.
El arte pretende la excelencia en el trabajo, brillantez en las ideas y sensaciones de plenitud en la apreciación. Para representar sensaciones de plenitud, el artista precisa de la educación de su sensibilidad emocional. Sensibilidad que se desarrolla mediante la profunda asimilación de las sensaciones de complacencia. En este camino de desarrollo el discernimiento es fundamental para determinar el grado de complacencia que produce la sensación recibida. El verdadero artista, es sensible a la recognición de sensaciones agradables, de conocimientos esenciales y de habilidades extraordinarias, que satisfacen en un grado de armonía y de orden coherente con el orden universal de la creación.

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